Un lugar único en Europa
Desde el origen del proyecto hasta su apertura, pasando por su construcción y funcionamiento, en este espacio, todo es extraordinario, aquí, todo es diferente y se aleja de los caminos señalizados.
Se trata de una pintoresca aventura humana en la que se sumergieron un pequeño equipo de, primero, 2 personas; luego, 5 sobre el terreno; y, finalmente, 11 en total, incluido el consejo de administración de la asociación, un equipo de compañeros unidos por una pasión común.
Idearon la construcción de una aldea gala, una reproducción arqueológica de unos veinte edificios, basándose en las últimas investigaciones y datos científicos.
Estos «Galos», tal y como se les sigue llamando hoy en día, aunque con menos sorna que antes, lo han hecho todo: estos historiadores e investigadores han trabajado con todo tipo de oficios, como agricultores, carpinteros, techadores, albañiles, administradores y gestores, para llevar a buen puerto su absurdo proyecto.
Solos durante años, sin medios, con promesas vagas y un terreno puesto a su disposición por las autoridades locales, tras diez años de construcción, han logrado un resultado impresionante.
El listón se ha colocado muy alto
Al llegar, nos encontramos con un enorme foso, un terraplén y una muralla de 200 metros que cierra la aldea. En el centro, una monumental puerta fortificada protege el lado más expuesto de la aldea, mientras que los otros están protegidos por un alto acantilado y el Garona.
En su interior, la aldea se extiende a lo largo de 6 hectáreas. Nada más llegar, hay un edificio inmenso y, un poco más adelante, nos encontramos con un laberinto de barreras, murallas, casas y caminos que lo conectan todo.
Una burbuja, un cubículo, un lugar tranquilo lleno de misterio.
La elección de Volvestre, a media hora de Toulouse (50 km), no es fruto del azar. De hecho, se han descubierto varios emplazamientos galos en los alrededores. Este pueblo, que ocupó la región de Toulouse y mucho más allá, recibe el nombre de «volcas tectósages».
Este lugar es un verdadero laboratorio en el que se resalta al ser humano y cuya vocación turística resulta evidente. Docentes, científicos e investigadores encontrarán aquí temas para la reflexión. Asimismo, en el «Archéosite», un auténtico centro de recursos, se organizan congresos, coloquios, exposiciones y congresos.
Esta reconstrucción permite desarrollar la imaginación, ya que nos obliga a salir de nuestra zona de confort y, tal vez, a hacer realidad nuestros sueños…
Descubrir la aldea
Fuera de la Aldea
Frente a las murallas de la aldea se encuentra la zona dedicada a ilustrar la agricultura y la ganadería.
Los animales domésticos de los galos eran de pequeño tamaño. Sin embargo, las excavaciones arqueológicas permiten corroborar que eran muy numerosos en todas las aldeas.
Los galos eran ante todo un pueblo de ganaderos y cazaban poco. Comían carne de perro, cordero, ternera y aves de corral (gansos, patos y pollos), que también podían sacrificar durante las fiestas religiosas. Los cerdos, cuyos embutidos eran muy apreciados, se alimentaban de los restos de la aldea.
La leche y los quesos provenían de las cabras, las vacas y las ovejas, las cuales también proporcionaban lana. Los bueyes se utilizaban como animales de tiro para trabajar los campos, al igual que los caballos, que también se entrenaban para la guerra. El jabalí, considerado como un animal sagrado, raramente se consumía.
Las fortificaciones erigidas por los galos eran a menudo monumentales, concebidas para asegurar la defensa del grupo o simplemente para reafirmar su poder. El emplazamiento, defendido naturalmente a un lado por el río y al otro, por un acantilado, recuerda a un espolón enrejado. El acceso principal a la aldea está protegido por una muralla y una puerta fortificada.
El barrio de los pescadores
Los pueblos de la Galia buscaban la proximidad del agua para defenderse y sustentarse, así como por las ventajas que ofrecía una ruta comercial.
Tres edificios concentraban las diversas actividades en torno a un vivero de pescado: fabricación de redes, nasas y barcas, preparación y ahumado del pescado. Esta zona presenta distintos tipos de tejado, con dos casas que presentan muros piñón con postes axiales denominadas «casas de dos naves». La tercera tiene un tejado de tres naves.
En temporada alta, un sendero da acceso a las orillas donde se exponen unas pequeñas embarcaciones galas llamadas «coracles».
Los cesteros galos eran capaces de fabricar «coracles», unas pequeñas embarcaciones redondas u ovaladas que mencionan algunos autores latinos como César o Plinio el Viejo. Fabricados con un armazón de mimbre recubierto de cuero, estos botes son tan ligeros que pueden llevarse a hombros. Este tipo primitivo de embarcación era utilizado por los bretones en la época de la invasión de Julio César. Este dejó una descripción de ellas e incluso las utilizó durante su campaña en España. Según los antiguos escritores, el cuero utilizado era de caballo o de toro.
El currach irlandés es un «coracle» que se sigue utilizando actualmente, especialmente en el río Spey. Encontramos embarcaciones similares en todo el mundo: el «Bull boat» de la India, el «Gufa» de Irak, el «Thung-chai» de Vietnam o los Ku-dru y Kowas del Tíbet.
La calle principal: el barrio de los artesanos
Se trata de un conjunto de casas situadas a lo largo de una calle. Estas casas con doble abovedado y muros piñón que dan a la calle acogen e ilustran varias actividades: tejido, teñido, hilado, fabricación de fieltro y cestería, así como numerosas actividades vinculadas a la metalurgia, muy importante en la Segunda Edad del Hierro.
Talleres textiles: hilado, teñido, tejido, fieltro
Los talleres de los tejedores y los fabricantes de fieltro invitan a los visitantes a descubrir técnicas que están prácticamente mecanizadas hoy en día en sus casas con doble abovedado. El telar vertical es el más conocido. Aunque los tejidos de lujo estaban muy extendidos entre la élite, los restos vegetales y animales hallados en los yacimientos arqueológicos muestran la diversidad de las fibras utilizadas (lana, ortiga, lino, cáñamo, etc.).
Metalurgia y acuñación de moneda
La metalurgia desempeñaba un papel muy importante en esta aldea. Por ello, los latoneros, herreros, orfebres y acuñadores de moneda ocupaban una posición preponderante en el barrio de los artesanos.
El sendero botánico
La agricultura apareció alrededor del año 9600 a. C. En la Edad del Hierro (500 a. C.), el campo galo posee numerosas explotaciones agrícolas y las herramientas de hierro permiten obtener un rendimiento tan alto que convierten a la Galia en «el granero de Roma». Ya practicaban el abonado para mejorar la calidad del suelo, así como la rotación de cultivos para evitar la proliferación de enfermedades y malas hierbas. Cultivaban cereales (trigo, cebada, avena, mijo), leguminosas (lentejas, guisantes, habas) y plantas oleaginosas (lino, cáñamo, camelina, amapola). Los galos cultivaban múltiples variedades de trigo (espelta, escaña, farro) cuya harina servía para preparar tortas.
La domesticación de frutas y verduras comenzó en la prehistoria y la obtención de las variedades actuales llevó varios miles de años de selección y cultivo. Al parecer, los galos cultivaban plantas hortícolas como cebollas, zanahorias, nabos, chirivías, coles y ajos. Amantes de la recolección, también recogían frutas y verduras salvajes. Asimismo, consumían frambuesas, grosellas, bayas de saúco, fresas, manzanas, peras, ciruelas y uvas secas.
Además, utilizaban plantas para realizar tratamientos, algunas de las cuales se consideraban sagradas e iban acompañadas de rituales: los druidas recogían muérdago, entre otros, durante ceremonias religiosas.
Las alturas de la aldea
El taller del broncista
En la aldea, el broncista podía ser el fundidor y el herrero al mismo tiempo. Los miles de objetos encontrados en las excavaciones demuestran una actividad muy intensa. Sus instalaciones suelen estar al aire libre y lejos de los edificios residenciales. Es la única casa de la aldea con carreras bajas y es un ejemplo perfecto de este procedimiento arquitectónico: la casa no está afianzada en el suelo. No hay pilotes ni postes que penetren en el suelo: solo el tejado, con su ángulo pronunciado, y la carpintería ensamblada sobre las carreras ofrecen solidez al conjunto.
El lugar de culto está separado de las viviendas. Una empalizada delimita el espacio sagrado, generalmente vinculado a los elementos naturales: agua, tierra y cielo. Dentro del recinto, se encuentran las fosas donde se realizaban los sacrificios. Los restos de estas ofrendas se exhiben en fosos, a veces acompañados de armas.
Al igual que los demás pueblos paganos de Europa, los galos eran politeístas. Pero a diferencia de los griegos y los romanos, no poseían un panteón organizado de dioses. La mayoría de sus deidades se asociaban con una tribu o un lugar.
Al igual que sus vecinos, adoraban los elementos naturales: ríos, manantiales, bosques. Sin embargo, algunas divinidades disfrutaban de un culto más extendido. Se pedía el favor de los dioses mediante ofrendas de objetos preciosos y de sacrificios animales y humanos. El rasgo más característicos de la religión celta y gala era la existencia de una clase sacerdotal y de una clase erudita.
El manantial sagrado
Este lugar ilustra perfectamente el culto a las divinidades de la naturaleza y, más concretamente, a las aguas y manantiales curativos.
El barrio de los alfareros
Durante la Edad del Hierro, la producción doméstica y la artesanal coexistieron, tomando la segunda el relevo de la primera a partir del siglo II d. C., cuando se generalizó la producción en serie de cerámica torneada. Varios hornos diferentes demuestran las habilidades de los alfareros galos.
La casa que alberga el taller del alfarero tiene la particularidad de contar con unos muros muy altos (2,5 metros), lo cual permitía construir un primer piso con buena ventilación, empleado para secar la producción del alfarero.
Arquitectura gala HQE
A lo largo del recorrido, una casa suele llamar la atención del público. Esta casa de apariencia y aspecto galos era originalmente una vivienda.
Esta casa de alta calidad medioambiental se construyó siguiendo un concepto de más de 2500 años de antigüedad. Totalmente forrada de madera por dentro y aislada con una cámara de aire, esta casa de 100 m² tiene una planta abuhardillada con 2 dormitorios.
En la planta baja, un gran salón, una cocina, un aseo y un cuarto de baño demuestran que con un presupuesto de 15 000 euros y un poco de esfuerzo cualquiera puede levantar este tipo de vivienda respetuosa con el medio ambiente y las personas. Gracias a ella, también hemos atraído la atención de algunos arquitectos preocupados por el planeta.
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