El trabajo del tejedor en el periodo galo
La confección de prendas se realizaba sobre todo en los hogares a partir de la lana del cordero o de fibras vegetales como el lino, el cáñamo, la ortiga, la malva, que se extraían después de muchas etapas de preparación. Las mujeres hilaban cotidianamente con ayuda de un huso. Para producir la cantidad necesaria de hilo hacía falta a veces más de un año de hilado.
Existían varios tipos de telares, pero del que tenemos más rastros arqueológicos es la máquina de pesaje vertical. El telar vertical con una barra de lizo se conoce desde el neolítico y permitía tejer telas (lisas, a rayas o escocesas). El telar vertical con cuatro barras de lizo apareció en la edad de hierro y permitía crear tejidos con ligamentos (estructura) más complejos de sarga (rombos, galones, etc.) que eran más resistentes.
Los galos son famosos por sus tejidos de cuadros o rayas con colores llamativos. Los hombres llevaban un pantalón, las mujeres una falda, la vestimenta de arriba era la túnica. Con el frío se añadía una capa, el sayo o un abrigo de lana agarrado con un broche. el vestido podía adornarse con galones decorativos realizados con tablillas. Esta técnica permitía, mediante tablillas perforadas, confeccionar pequeñas bandas de tejidos muy sólidas y adornadas con motivos.
El tinte se producía antes del tejido para poder utilizar hilos de varios colores. Se distinguen tres técnicas: en frío, en caliente o por fermentación. Las dos primeras generalmente requerían una imprimación, es decir, que las fibras se preparasen en una solución de alumbre o sales metálicas, una operación que permitía fijar el color. Luego se calentaban en una decocción de plantas tintoriales (granza, gualda, cortezas, etc.). Algunos colores solo podían obtenerse mediante fermentación, como el azul que dan las hojas de pastel. El tinte se hacía en frío después de varios días o incluso meses de maceración.
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