Como los demás pueblos paganos de Europa, los galos eran politeístas. Pero a diferencia de griegos y romanos, no poseían un panteón bien ordenado de dioses. La mayoría de sus deidades se asociaban a una tribu o a un lugar. Al igual que sus vecinos, adoraban elementos naturales: ríos, manantiales, bosques, etc. Sin embargo, determinadas divinidades disfrutaban de un culto más extendido. Se pedía el favor de los dioses mediante ofrendas de objetos preciosos y de sacrificios animales y humanos. Lo más característico de la religión celta de los galos era la existencia de una clase sacerdotal y de una clase erudita.
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