La agricultura aparece hacia el año 9600 a.C. En la edad del hierro (500 a.C.) el campo galo posee numerosas explotaciones agrícolas y las herramientas de hierro permiten obtener unos rendimientos que hacen de la Galia "el granero de Roma". Ya practicaban la fertilización para mejorar la calidad del suelo y la rotación de cultivos que evita la proliferación de enfermedades y malas hierbas. Cultivaban cereales (cebada, avena, mijo), leguminosas (lentejas, guisantes, judiones) y plantas oleaginosas (lino, cáñamo, camelina, amapola). Los galos cultivaban múltiples variedades de trigo (espelta, escaña, farro) cuya harina servía para preparar tortas. La domesticación de frutas y verduras comenzó en épocas prehistóricas y varios miles de años de selección y de cultivo han permitido obtener las variedades actuales. Parece que los galos cultivaban plantas hortícolas como cebollas, zanahorias, nabos, chirivías, coles y ajos. Aficionados a la recolecta, recogían también frutas y verduras salvajes. También desecaban a veces frambuesas, grosellas, bayas del saúco, fresas, manzanas, peras, ciruelas y uvas. Además, utilizaban plantas para realizar tratamientos, algunos de los cuales eran considerados sagrados e iban acompañados de rituales: el muérdago, entre otros, era recogido por el druida durante las ceremonias religiosas.
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