Los animales domésticos de los galos eran de un tamaño pequeño. Sin embargo, las excavaciones arqueológicas permiten corroborar una importante presencia en todos los pueblos. Los galos eran ante todo un pueblo de ganaderos y cazaban poco. Consumían carne de perro, cordero, buey, ave (ocas, patos, pollos) que también podían sacrificarse durante las fiestas religiosas. Los cerdos, cuyos embutidos eran muy apreciados, se alimentaban de los restos de la aldea. La leche y los quesos provenían de las cabras, las vacas y las ovejas que también daban lana. El buey era utilizado como animal de tiro para trabajar en los campos, al igual que el caballo, que también era adiestrado para la guerra. El jabalí, considerado como animal sagrado, se consumía muy poco.
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