En cualquier cosa fabricada, el hombre, guiado por su creatividad, ha sabido siempre implementar los variados procesos de elaboración que le permitían realizar casi todo lo que deseaba. Las técnicas del bronce, que datan de más de 2000 años antes de nuestra era, nos hacen descubrir cómo este material noble puede moldearse utilizando los conocimientos técnicos heredados de los antiguos, algunas herramientas y materiales simples recogidos en la naturaleza. La fundición, el tallado, el martillado y el pulido han permitido fabricar multitud de objetos. Aunque es menos resistente que el hierro, fue muy apreciado por los galos gracias al color que presentaba en estado nuevo. Lo utilizaban para fabricar joyas, pero también para las espadas y los elementos para los carros. En esa época, también aparece una nueva producción de pequeños animales en bronce fundido. Los galos iniciaron otra técnica: la calderería. Sus procesos de fabricación fueron perfeccionados para permitirles elaborar calderos de menos de un milímetro de espesor, cascos, empuñaduras de espadas, tijeras, etc. ¿De dónde procede? El bronce es una aleación de cobre y estaño (a partir de 9 % aprox.). El estaño procedía de Armórica, en el sudoeste de Bretaña (actual Gran Bretaña) y luego de España. El estaño encontraba mercado gracias al comercio fluvial de la Gran Bretaña con el Mediterráneo. El cobre procedía de los Alpes y de Europa del Este.
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